No perderemos nuestro paraíso noruego

2011. július 27. 12:22

Nos quejamos con frecuencia de que nuestra sociedad es aburrida, pero estamos dispuestos a luchar con fuerza para defender nuestros valores de tolerancia.

2011. július 27. 12:22
Åsne Seierstad
El País

„Nos quejamos con frecuencia de que nuestra sociedad es aburrida, pero estamos dispuestos a luchar con fuerza para defender nuestros valores de tolerancia. Hasta el pasado viernes, Utøya tenía un sabor dulce para la mayoría de los noruegos. Pero esta isla de rocas y pinos, en la que crecen flores silvestres entre los caminos, era, en particular, un paisaje fundamental para los políticos que gobiernan Noruega.

En nuestras conversaciones sobre cotilleos políticos es frecuente oír anécdotas sucedidas en Utøya en el pasado. En esa isla recibieron nuestros ministros socialistas sus primeros besos, tuvieron noviazgos adolescentes y debates de los de »quedarse levantados toda la noche salvando el mundo«. »Esta isla es el paraíso de mi juventud«, dijo el primer ministro, Jens Stoltenberg, en el discurso que dirigió a la nación la noche del ataque. »Ahora se ha convertido en un infierno«.

La isla, en la que murieron al menos 68 jóvenes a manos de un loco, fue un regalo de una poderosa confederación de sindicatos a las juventudes del Partido Laborista tras la Segunda Guerra Mundial. Y este año, por 60ª vez, los jóvenes socialistas de la Liga Juvenil de Trabajadores estaba celebrando allí su campamento político de verano. El ala juvenil del Partido Laborista ha estado siempre enfrentada a la dirección del partido. Los jóvenes militantes son más verdes y más rojos y, sobre todo, defienden el multiculturalismo y una política de inmigración más abierta y liberal en Noruega. De ahí que Anders Behring Breivik los considerara sus principales enemigos. Quería herir al Partido Laborista y su capacidad de reclutar gente de la peor forma posible, dice su abogado.

Breivik se proclama salvador de la nación y quiere restablecer una Noruega blanca como aquella en la que crecimos él y yo. En los años setenta y ochenta, era muy poco frecuente ver a una persona de piel oscura, tanto para mí, que crecí en una ciudad de provincias, como para él, en un barrio de clase alta de Oslo. Breivik es un cristiano extremista de esos que planean un »martirio de masas« en una iglesia. Pero nos recuerda a los extremistas musulmanes que, con sangre fría y cegados por la religión, escogen la yihad.”

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